Uno de mis autores favoritos para pensar los primeros tiempos de la infancia es Winnicott. Era un pediatra inglés, trabajo en hospitales y durante la guerra con niños y adolescentes que debieron ser reubicados,. Se centró mucho en la observación de la relación madre-bebé. Si bien su práctica tiene fundamentos psicoanalíticos, Winnicott crea una clínica muy propia que sin romper con el psicoanálisis es muy particular.
Hay algunos conceptos fundamentales de su obra que me interesa compartir. Empecemos con "madre suficientemente buena":
En los primeros tiempos, apenas nace el bebe, la criatura necesita que sus necesidades básicas (alimento, abrigo) sean satisfechas completamente. La madre -o la persona que encarne la función materna- tratará que estas necesidades sean satisfechas lo mejor posible. En un inicio hay una especie de ilusión en donde el bebé siente que todo es mágico, que tiene todo lo que necesita (como cuando estaba en el vientre materno), como si él mismo estuviera “creando” su alimento cuando tiene hambre, o el abrigo cuando siente frío. Pero esto no es más que una ilusión, porque es imposible ser perfecto. Una madre no puede estar a disposición total de la criatura el 100% del tiempo. No podría sobrevivir. Pero además es necesario que esto así sea. Y en esto justamente radica el ser suficientemente buena.
Que el bebé sea suficientemente alimentado, abrigado, alzado, amado, mirado... pero no totalmente. En un punto la mamá tiene que fallar, para permitirle al niño "ser". De lo contrario, sería patológico, un excesivo apego. En ese principio que mencionaba, el bebé no se diferencia a él mismo de la mama, hay una ilusión de unidad. A medida que va madurando, si la mamá es suficientemente buena, empieza a notarse la falla. Esta “desilusión” gradual le va permitiendo ir diferenciando un yo de un no yo. Es decir, procesar que hay una persona diferente y que él mismo es una persona. Diferenciar que hay una madre, le permite diferenciarse a él mismo para poder ser. Le permite a la criatura ir desarrollando un “Yo verdadero”. A su vez, esa parte que queda sin ser satisfecha por la madre es la motivación que tiene la criatura para empezar a descubrir el mundo.
Unido a esta noción, Winnicott teoriza sobre lo que muchas abuelas conocen. Esa “mantita”, “osito” tan querida que algunos niños poseen. Son objetos especiales, únicos, que los calman, con los que se duermen, que no pueden ser reemplazados (si se los lava, terror, ya dejan de ser ese objeto tan preciado). Él los llama “objetos transicionales”. También describe que a veces no son objetos sino situaciones, mejor dicho, “fenómenos transicionales” como tocarse el pelo, tocarse la nariz, las orejas. Acciones con las que se tranquilizan, se duermen. Constituyen objetos o espacios que son un intermedio entre la mamá y él mismo, son prolongaciones de ambos y a la vez no se trata ni del bebé ni de la mamá. Parece contradictorio, pero en parte no son internos del bebé, pero tampoco son externos. Es como el juego, y justamente de esto después deriva el juego. Piensen en niños de 3, 4 o más años jugando. El juego no está “adentro de ellos”, pero tampoco está por fuera. Esta creación de un lugar intermedio le va permitiendo al niño diferenciarse de la madre y crear un mundo interno, una subjetividad. De ahí también radica la importancia del juego en la niñez. Es por esto que hoy en día tanto se insiste en el juego como medio no solo para el placer, sino de aprender, de ser parte, es la manera de que cada uno tiene crear y ser.
Lic. Lorena Estevez
Por Lic. Lorena Estevez - Notas de psicología, para todos, accesibles, sencillas, entendible y sin vueltas. La idea es acercar algo de conocimiento sobre esos temas que a todos nos genera curiosidad y queremos saber más: Para padres, sobre teoría psicológica, sobre psicodiagnóstico y evaluaciones psicológicas...y mucho más
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Crianza y Psicología según Winnicott
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