Cuantas veces pensamos “este chico no acepta los límites”. Y sí es verdad que hay niños que tienen una personalidad difícil, por decirlo de una manera. También es verdad que hay edades que se ponen más difíciles, que es cuando están poniendo a prueba su autonomía e independencia. Por otro lado, hay momentos que también son “normales” o esperables ciertas rebeldías, como por ejemplo cuando se pasa por un período emocionalmente complicado, como la separación de los padres, un duelo, una mudanza, etc.
Pero la verdad es que la responsabilidad de que un chico acepte un límite recae sobre los padres. Por más injusto que parezca. No nos olvidemos que hay por definición una asimetría entre padres e hijos. Entonces, ¿será que un niño no acepta los límites o que a los padres nos cuesta un poco? ¿Qué le pasa a un padre cuando tiene que decir “NO”? ¿Qué le pasa a un padre cuando se le hace difícil sostener ese ´no´?
¿Confianza en el límite? Cuando uno es quien no tiene la seguridad y la confianza de lo que se quiere transmitir, al niño le llega confusión y responde haciendo cualquier cosa. Entonces, primero, ubicar esas cosas de las cuales no se está “tan” seguro. Pensar en las consecuencias y si se está dispuestos a lidiar con ellas, porque en definitiva son los padres los que después deberán vérselas en estas situaciones. Es cuestión de los padres si quieren “transgredir” ciertas reglas, sabiendo que después tendrán resistencia para cumplirlas.
¿Desacuerdo entre los cuidadores? Muchas veces un niño no hace caso cuando los límites no se respetan de igual manera con los diferentes cuidadores. Se da principalmente -aunque no únicamente- cuando los padres están separados o cuando hay abuelas que además de ser abuelas cumplen el rol de cuidadores. Al niño le llegan mensajes cruzados. Acá el problema no es de mal comportamiento del niño sino de comunicación y entendimiento entre los cuidadores.
¿Cansancio? Uno llego de trabajar todo el día, cocina, se ocupa de la casa, está un rato con los chicos y hay que renegar. Los chicos ponen a prueba, ellos intentan traspasar y si lo logran, siguen haciéndolo. Entonces se afloja. Otra vez: depende de cada uno de lidiar con las consecuencias. Saber que cuanto más se afloje hoy, más habrá que renegar mañana. Saber también que uno está educando: hoy costará más, pero se están inculcando hábitos con los cuales todo se irá haciendo más fácil. Sí, ser padres es un trabajo. Esa ´frase hecha´ cobra realidad, ¿no?
¿Culpa? La vorágine de hoy en día nos hace pasar mucho tiempo fuera de casa, ni hablar de padres separados que no ven a sus hijos todos los días. Entonces el poco tiempo que se comparte, se lo quiere pasar de la mejor manera. Tener que estar retando, ser firmes, ir en contra de los ´deseos´ de nuestros hijos: se transforman en cosas que parecieran atentar contra una buena relación. Pareciera, pero no. Los límites tranquilizan, organizan, dan herramientas para manejarse, permiten compartir. ¿Cuál es el modelo que queremos transmitirles? Sí, hay que disfrutar el momento pero… ¿a toda costa? ¿Qué conviene privilegiar?
¿Miedo? Primo hermano del anterior… el poco tiempo que se pasa con los hijos… y el no querer ser el malo de la película. ¿Quién quiere ser el que siempre esta retando? Ahora, ¿siempre se está retando? O es cuestión de poner límites y valorar los buenos momentos. ¿Se trata del amor propio, de convertirse el “mejor padre”? ¿Cuál es la idea que uno tiene de ser el mejor padre? Ojo, no me refiero a la idea consensuada que todos dicen de la boca para afuera. Sino de esas cosas que internamente nos hacen sentir buenos padres. Y que muchas veces tiene que ver con lo que nuestros hijos ven en nosotros.
¿Enojo? ¿Se dieron cuenta que cuanto más uno se enoja, menos caso hacen? Desde el enojo, nada se va a lograr. Primero si uno está enojado (o cansado), se enoja por cualquier cosa. Entonces no es que no aceptan los límites sino que uno le pone límite a todo. El enojo vuelve todo absoluto e imposible. Y eso los chicos, no lo entienden y los angustia. Si uno está enojado, no es buen momento para enseñar un límite. Entonces, conocer las limitaciones propias.
¿Se los escuchar lo suficiente?. Muchas veces los chicos transgreden cuando quieren transmitir algo, cuando están angustiados, cuando algo les molesta, o simplemente están aburridos. Si se está portando mal ¿habrá algo que no estamos viendo?
(Nota: Las anteriores son situaciones comunes por las que pasan los padres cuando se les complica poner límites, pero no son las únicas.)
Lic. Lorena Estevez
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