miércoles, 28 de septiembre de 2011

Bebés: La Famosa Angustia del Octavo Mes o Angustia de Separación


De repente, nos encontramos con que el bebé llora desconsoladamente durante el día, sin motivo aparente. O que, venía durmiendo más o menos bien, y comienza a despertarse mucho más a la noche, y se calma automáticamente con la presencia de la mamá. También ante personas algo conocidas o extrañas, comienza un llanto desesperado que no se lo puede calmar, cuando antes le sonreía a todos.
Fue Spitz quien la nombra “Angustia del Octavo Mes”, pero en todas las teorías hay alguna referencia sobre este periodo tan importante. En Psicoanálisis, Lacan ubica el periodo del espejo, momento en el cual es bebé comienza a percibirse como una persona, con una imagen completa de sí mismo; Winnicot sitúa los fenómenos u objetos transicionales; Freud se detuvo en la manera de elaborar la separación con la madre, mediante el juego del “Fort Da” (cuando los nenes tiran los juguetes y esto los divierte mucho). En la Teoría de Psicología Genetica, para Piaget tiene que ver con que se empieza a construir la noción de conservación del objeto.
Básicamente es el momento que el niño desde el punto de vista de la inteligencia comienza a tener cierta noción de objeto permanente, pero no está todavía totalmente constituida. Es decir, que hasta ese momento, cuando los objetos desaparecen de su vista, dejan de existir. No los tiene presentes. Pero a medida que va madurando, comienza a regir la noción que el objeto existe por fuera de la propia persona. Sin embargo,  todavía no puede pensar o anticipar qué pasa con los objetos que no están presentes.  
Desde el punto de vista emocional, el bebé se empieza a dar cuanta que la madre no es parte de sí mismo, que tiene una independencia. No es que aparece cada vez que se la desea. Y si puede no estar, puede no volver. Por lo tanto, esto genera mucha angustia. Esa “cosa” llamada mamá que tanto quiere y necesita puede desaparecer y no volver. Cuando no está presente, no sabe qué le paso a la mamá. Es por eso que empieza una etapa en que se vuelven más “mameros”, que lloran cuando la mamá se va (y antes no pasaba), o cuando ven a un extraño que les recuerda que no es la mamá.
Se llama del Octavo Mes porque Spitz quien hizo sus observaciones en 1965.  Pero en general comienza antes, a muchos bebés a los 6 meses ya se le notan algunos signos. Puede durar semanas. Pero también puede pasar desapercibido.

Lo que hay que recordar:
  • Es una etapa normal, y necesaria (aunque no se note, el bebé puede haber pasado por esto) para el desarrollo psicológico del bebé.
  • No hay que angustiarse por demás. Esto solo va a incrementar la angustia del hijo.
  • Hay que respetarlo, si no quiere ir con alguien que no conoce, no obligarlo. Dejar que se vaya soltando frente a los demás, darle un poco de tiempo. Decirles a los familiares o amigos que no lo tomen a mal.
  • Estar dispuesta a “estar” más en esta etapa, abrazarlo, darle seguridad, no se lo va a malcriar por hacerle un poco  más de upa en esta etapa. Pero también es bueno, si es que la mama no trabaja, que pueda dejarlo cada tanto con otra persona.
  • Aunque las despedidas sean más “ruidosas” saludarlo cuando la mamá se va y decirle que se va a trabajar (o lo que sea) y que va a volver. Tratar de hacerlo con buen humor, jugando, con una sonrisa. Un juego posible es salir y volver a aparecer por la puerta con una sonrisa, volver hacerlo hasta un total de 3 veces. No más. Y avisar cuando es la última. Muchas veces parece más simple “escaparse” mientras no se da cuenta o duerme, pero esto aumenta la angustia que la mamá puede desaparecer en cualquier momento ya que confirma sus miedos.
  • Favorecer los juegos que ayudan a elaborar esta etapa, los famosos “Aca toy.No toy”, escondiéndose con las manos o con una manta, dejar que el bebé sea quien se esconde.
  • Favorecer un muñeco favorito o mantita, lo que sería unobjeto o fenómeno transicional.
Lic. Lorena Luz Estevez
Foto: 
http://www.flickr.com/martinpedros

martes, 20 de septiembre de 2011

El malestar del día a día


Las corridas, la tele, la compu, el colegio, la facu o el trabajo, las cuentas, los horarios… y pasan los días… y siguen pasando. Uno no se da cuenta y las cosas se van dejando pasar… 

Hasta que aparece algo que conmueve, que estremece y ya nada vuelve a ser igual. Una pérdida, un cambio en la vida –aunque sea un cambio positivo-, alguna pelea que se vuelve insoportable. Y uno se encuentra parado, sin poder moverse, sin saber qué hacer. Se intentan respuestas, caminos, salidas, pero sin resultados. 

O puede ocurrir que no hay algo específico que aturde, sino que es el mismo malestar que va aumentando cada vez más y casi sin que uno se dé cuenta, se vuelve insoportable: un ritual -que si no se hace- aparece una angustia desconsoladora, un malestar que se manifiesta en el humor y la gente se aleja, una sensación de que nada tiene sentido, el ¨¿Para qué hacer las cosas (estudiar, trabajar)?¨, el repetir siempre lo mismo esperando resultados diferentes, o cuando los límites se dejaron de establecer con los chicos (y no tan chicos) y la situación llega a estar descontrolada. 

Uno no se detiene mucho a pensar… el estar metidos dentro de una sociedad, una cultura que nos da muchas cosas, pero por la cual tenemos que ceder. Esto es así desde el principio: cuando una criatura nace, solo le importa su satisfacción: estar alimentado, abrigado, cuidado. Pronto se da cuenta que esto es gracias a los padres. Y cede para no perderlos, cuando le piden que haga caso, que controle esfínteres, cuando imponen tiempos. Los padres le están dando un marco para incluirlo en la cultura, pero para el niño, se vive como una declinación de su satisfacción por un bien mejor. Y a medida que crece, van apareciendo más códigos que respetar, más horarios, más obligaciones (el colegio, estudiar, elegir una opción vocacional, más tarde trabajar). ¿Qué pasa cuando ante eso que piden los padres y la cultura es mucho para una persona, para un sujeto en particular? ¿Cuándo lo que el pequeño escucha se vuelve absoluto, es todo o nada? ¿Qué pasa cuando ese pequeño crece, es un adulto y encuentra que fue dejando pasar muchas cosas, muchas partes de su ser para encajar, para ser parte? 

La angustia surge y de distintas maneras: como miedos, inhibiciones, síntomas, enfermedades. Es uno mismo quien tiene que buscar la forma de pertenecer a una cultura sin que signifique ceder lo autentico de cada uno. 

Cuando no hay un equilibrio entre lo que uno desea y lo que siente que es demandado, cuando hay dificultades para pertenecer sin sentir un abrumador malestar, se tiene que buscar un tiempo y un espacio para ubicarse. A veces, ese tiempo y espacio se da con un profesional que está dispuesto a escuchar. 



Lic. Lorena Estevez

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Crianza y Psicología según Winnicott

Uno de mis autores favoritos para pensar los primeros tiempos de la infancia es Winnicott. Era un pediatra inglés, trabajo en hospitales y durante la guerra con niños y adolescentes que debieron ser reubicados,. Se centró mucho en la observación de la relación madre-bebé. Si bien su práctica tiene fundamentos psicoanalíticos, Winnicott crea una clínica muy propia que sin romper con el psicoanálisis es muy particular.

Hay algunos conceptos fundamentales de su obra que me interesa compartir. Empecemos con "madre suficientemente buena":

En los primeros tiempos, apenas nace el bebe, la criatura necesita que sus necesidades básicas (alimento, abrigo) sean satisfechas completamente. La madre -o la persona que encarne la función materna- tratará que estas necesidades sean satisfechas lo mejor posible. En un inicio hay una especie de ilusión en donde el bebé siente que todo es mágico, que tiene todo lo que necesita (como cuando estaba en el vientre materno), como si él mismo estuviera “creando” su alimento cuando tiene hambre, o el abrigo cuando siente frío. Pero esto no es más que una ilusión, porque es imposible ser perfecto. Una madre no puede estar a disposición total de la criatura el 100% del tiempo. No podría sobrevivir. Pero además es necesario que esto así sea. Y en esto justamente radica el ser suficientemente buena.

Que el bebé sea suficientemente alimentado, abrigado, alzado, amado, mirado... pero no totalmente. En un punto la mamá tiene que fallar, para permitirle al niño "ser". De lo contrario, sería patológico, un excesivo apego. En ese principio que mencionaba, el bebé no se diferencia a él mismo de la mama, hay una ilusión de unidad. A medida que va madurando, si la mamá es suficientemente buena, empieza a notarse la falla. Esta “desilusión” gradual le va permitiendo ir diferenciando un yo de un no yo. Es decir, procesar que hay una persona diferente y que él mismo es una persona. Diferenciar que hay una madre, le permite diferenciarse a él mismo para poder ser. Le permite a la criatura ir desarrollando un “Yo verdadero”. A su vez, esa parte que queda sin ser satisfecha por la madre es la motivación que tiene la criatura para empezar a descubrir el mundo.

Unido a esta noción, Winnicott teoriza sobre lo que muchas abuelas conocen. Esa “mantita”, “osito” tan querida que algunos niños poseen. Son objetos especiales, únicos, que los calman, con los que se duermen, que no pueden ser reemplazados (si se los lava, terror, ya dejan de ser ese objeto tan preciado). Él los llama “objetos transicionales”. También describe que a veces no son objetos sino situaciones, mejor dicho, “fenómenos transicionales” como tocarse el pelo, tocarse la nariz, las orejas. Acciones con las que se tranquilizan, se duermen. Constituyen objetos o espacios que son un intermedio entre la mamá y él mismo, son prolongaciones de ambos y a la vez no se trata ni del bebé ni de la mamá. Parece contradictorio, pero en parte no son internos del bebé, pero tampoco son externos. Es como el juego, y justamente de esto después deriva el juego. Piensen en niños de 3, 4 o más años jugando. El juego no está “adentro de ellos”, pero tampoco está por fuera. Esta creación de un lugar intermedio le va permitiendo al niño diferenciarse de la madre y crear un mundo interno, una subjetividad. De ahí también radica la importancia del juego en la niñez. Es por esto que hoy en día tanto se insiste en el juego como medio no solo para el placer, sino de aprender, de ser parte, es la manera de que cada uno tiene crear y ser.
Lic. Lorena Estevez

sábado, 3 de septiembre de 2011

Angustia: Miedos, Fobias y Ataques de Pánico

El miedo, como instinto, debería poner en alerta, aumentar la capacidad de defenderse, en la naturaleza la respuesta sería la de huir o atacar. Es distinto cuando el miedo incapacita, inhibe. Perseguir a los hijos para que nada les pase, dejar de salir "por las dudas", el vivir permanentemente preocupado, con ansiedad, en estado de alerta, de manera exagerada, inclusive pudiendo tener problemas de concentración o para dormir… todo esto ya es patológico. En psiquiatría se diagnostica como Trastorno de Ansiedad Generalizada.
Cuando el miedo se enlaza a un objeto específico se la pasa a llamar Fobia: claustrofobia, agarofobia (fobia a los lugares públicos), rupofobia (a la suciedad), zoofobias (a los animales), a volar, etc.Hay veces que la angustia va más allá. No solo inhibe, sino que se transforma en un estado generalizado agudo y profundo. En todo momento hay una sensación de malestar, pero ocurriendo picos de gran ansiedad: súbitamente se siente atemorizado, de forma abrupta, es una sensación que invade a la persona. Pueden aparecer sensaciones corporales como palpitaciones, sensación de presión alta, sudoración, dificultad respiratoria, nauseas, vómitos. También tienen un correlato psicológico: sensación de irrealidad y desconocimiento, sensación de volverse loco o de morirse. En este caso la psiquiatría lo diagnóstica como ataques de pánico.

En todos estos casos, la psiquiatría ubica los síntomas, pone un nombre de enfermedad y de acuerdo a eso, el médico indica la medicación. Esto puede calmar los síntomas. Hay veces que esto no es suficiente.

El ser humano no solo es cuerpo fisiológico, y la psicología tiene para decir sobre estos fenómenos. Todas las situaciones mencionadas tienen en común un desarrollo de angustia importante en la persona que padece, que se encuentra solo frente al desamparo. La angustia es el miedo pero sin causa aparente, no se sabe a qué se le teme, ni que causa y desencadena este malestar. El miedo se siente, cuando frente a una situación de peligro, se hace una evaluación de la situación y los recursos propios resultan insuficientes. Esto resulta traumático. Entonces, la angustia, ataque de pánico, ansiedad ¿ante qué sensación de desvalimiento suceden? ¿Cuáles son los recursos que no alcanzan, o que al menos se deberían tener? Evitar solo hace que estos “episodios” o malestares se fijen aún más.

Esa “evaluación” negativa se la puede entender como resultado de postulados (creencias) erróneos aprendidos que funcionan de manera automática, y la terapia apunta a “desentrenar” estos patrones de comportamiento. Muchas veces, hay cosas que nos inculcaron desde chicos y hay que revisarlas. Pero hay veces que esto no es suficiente.

Cuando además hay enraizados conflictos profundos ajenos a la conciencia, es necesario meterse con la singularidad de aquel que está sufriendo y de cómo -ya sea- los postulados, las frases aprendidas, las experiencias sufridas, los traumas o las idas de la vida, afectan de una manera muy particular y singular a la persona que padece. Es por medio de la relación con un terapeuta dispuesto a ayudar y escuchar, que tienen que decirse con palabras lo que aflora en el cuerpo.

El cuerpo hace sede de toda la angustia que no se entiende. Tratar de ubicar algo del sujeto es una manera para que lo que le está pasando, pase pero por otro lugar, de otra manera. Es la persona quien tiene que desentrañar que es lo que no puede enfrentar y, en caso de ser necesario, reorganizar, aumentar, mejorar sus recursos disponibles.


Lic. Lorena Estevez

jueves, 1 de septiembre de 2011

Entrevistas Laborales: Consejos para pensar las Competencias

Hoy en día, en recursos humanos, especialmente en el área de selección se trabaja el concepto de “competencias”. Una competencia es “una capacidad efectiva para llevar acabo exitosamente una actividad laboral plenamente identificada” (OIT)

Básicamente son las características deseables en el empleado en un puesto determinado. Para esto se arma el perfil. Este perfil se compone tanto de lo que se necesita para cumplir el rol, sino que también de las características para encajar en la empresa particular que está contratando como así en el grupo al que va a pertenecer, ya sean los pares , superiores y colaboradores. En un representante comercial se buscaran ciertas competencias, pero habría algunas diferencias si se trata de una pyme o de una multinacional. Pero, incluso, aunque se trate de dos empresas similares, pueden realizarse perfiles diferentes, si por ejemplo, los jefes al que deban reportar tienen estilos diferentes. No es lo mismo estar bajo un jefe que no supervisa y te deja librado a tu parecer, que ante uno que no deja que se le escape nada.

Ejemplos de competencias más “comunes”: pensamiento analítico, pensamiento sintético, organización, planificación, trabajo en equipo, liderazgo, orientación al cliente, orientación a resultados, persuasión, iniciativa o proactividad, autocontrol, identificación con la empresa. 

Lo primero que hay que hacer es detenerse a pensar cuáles son nuestras competencias. En qué somos buenos y en que no tanto. Algunas personas no son muy objetivas haciendo una evaluación de ellas mismas. Por eso la mejor manera, es pensar situaciones específicas en las cuales las cosas nos salen bien y en las que no nos sentimos tan cómodos.

Para poder hacer esto, es bueno leer bien los anuncios de empleos. Uno se va familiarizando con los requisitos que piden y así ir cotejándolos con las herramientas propias. En los anuncios por internet que suelen ser extensos (a comparación de un aviso clasificado) suelen ser muy específicos a la hora de poner requisitos.

Un buen ejercicio: para cada requisito que el puesto solicite pensar diferentes situaciones de la propia experiencia que demuestren que uno tiene esa habilidad.
Por ejemplo, el anuncio pide una personalidad “proactiva”.
Una secretaria puede contar “trabajé con un gerente que era muy desorganizado, así que planee un sistema para recordarle sus compromisos y una forma fácil y rápida de organizar sus archivos y documentación” “Implementé  una manera de filtrar los llamados para las distintas áreas y no se perdieran, aumentando la satisfacción de los clientes”
Un comercial podrá contar que “Una vez entré a una empresa que recién comenzaba, así que armé un archivo dinámico enviándolo por mail en forma sistemática, publiqué en varias páginas de avisos en internet… fui armando una estrategia publicitaria on-line”
Un gerente comentará como “cuando asumí el puesto de mi actual trabajo, había un descontento generalizado de los colaboradores, por lo tanto, implementé un sistema de recompensas y premios, de manera que no solo se recompuso el ánimo de los trabajadores, sino que se genero un excelente clima de trabajo grupal que influyo en el aumento de producción”

La clave es pensar situaciones concretas y poder contar que es lo que uno hizo puntualmente, cuál era el problema a encarar, que fue lo que uno llevo a cabo específicamente y cuáles fueron los resultados. Si no tenés experiencia laboral, no importa. Podés recurrir a situaciones como estudiante, o de hobbies y deportes.   

Todo esto previo a la entrevista. La idea es ensayar, ubicar las situaciones, tener una idea de que decir. Pero no ir con un discurso aprendido de memoria. Si uno va con un discurso aprendido, escupe lo que se memorizó, sin responder realmente las preguntas del entrevistador. En el momento de la entrevista, uno tiene que dejarse llevar y mostrarse tal cual es.

Lic. Lorena Estevez